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Sobre los estilos de crianza

«Solamente dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: uno, raíces; el otro, alas»

Hodding Carter

La crianza es la acción de promover y brindar soporte a la actividad física, la actividad emocional, el desarrollo social y el desarrollo intelectual de un niño o niña desde su infancia hasta su edad adulta. Casi nada, ¿eh? Muchas veces pienso si las personas que se deciden a tener hijos realmente son conscientes de todo el trabajo y dedicación que implica la crianza…

Bajo mi humilde opinión, creo que la decisión de tener hijos se debería meditar profundamente, e incluso realizar un trabajo formativo y vivencial para encaminarse a ese nuevo estado. ¡Qué exagerada! -pensarán algunos. Sin embargo cada vez me ratifico más en mi idea. ¿Por qué? Pues precisamente porque la crianza de los hijos demanda de nosotros muchísima energía y muchísima dedicación; ya han visto en la definición anterior todo lo que implica la crianza. Y lo implica para lo padres, no para los abuelos, tíos, guarderías o colegios. Es estupendo que los padres puedan contar con el apoyo de su entorno, pero no nos olvidemos de que la labor de crianza les corresponde a ellos, es más, sus hijos esperan que sean ellos los que los críen y no nadie más.

Lamentablemente, en la sociedad actual que hemos venido creando, no se fomenta que se piense en esta línea: las prisas y dedicación en el trabajo parecen ser la prioridad de las familias, las bajas maternales son completamente deficientes para que el vínculo necesario entre la madre y el hijo se afiance de la mejor manera posible, la forma en que nacemos durante las últimas décadas no es la más natural, etc, etc, etc. Por no hablar de toda esa mochila afectiva y de las creencias que portamos, que, si no las revisamos bien, corremos el riesgo de volcarlas sin ningún filtro ni reflexión a los pequeños.

Después de esta reflexión personal sobre la crianza les paso a presentar los 4 estilos de crianza más comunes. Los estilos de crianza describen los modos en que los padres reaccionan y responden a las emociones de su hijo; el estilo de crianza tiene tanta importancia que sentará las bases para el desarrollo social y emocional futuro del niño o la niña, dando lugar en los mismos a distintos tipos de comportamiento en función del estilo de crianza desempeñado. La mayoría de los padres y madres tienen un estilo dominante, aunque es común que se utilice una combinación de los cuatro. Lo más frecuente es que se reproduzca el estilo de crianza recibido durante la niñez, pues es lo que se ha aprendido con respecto a las relaciones y cuidados en la familia.

AUTORITARIO: La actitud principal es la imposición y su forma de educar es rígida e inflexible. Los padres autoritarios son altamente demandantes pero no altamente receptivos. Dan órdenes y esperan que sean obedecidas; la obediencia es premiada y la desobediencia, castigada. Estos padres suelen crear ambientes sumamente exigentes, con reglas de comportamiento claramente establecidas; no explican por qué quieren que sus hijos hagan las cosas: -si un niño pregunta sobre alguna regla o norma, es probable que contesten: «Porque lo digo yo»-. 

Estos padres tienden a concentrarse en el comportamiento negativo, en vez de en el positivo, y castigan o regañan a los niños, muchas veces severamente, porque éstos no siguen las reglas. En casos extremos, el estilo autoritario puede volverse abusivo.

NEGLIGENTE: La actitud principal es la indiferencia. Estos padres se caracterizan por una baja aceptación del hijo, son pasivos y presentan un bajo nivel de coerción e imposición de normas; tienden a tener un filosofía de «vivir y dejar vivir». Los padres negligentes tienden a ignorar la conducta de sus hijos, no ofreciendo apoyos cuando los hijos padecen situaciones estresantes, otorgan demasiada independencia y responsabilidad a los hijos tanto en lo material como en lo afectivo y apenas supervisan su conducta. 

Dialogan poco con ellos, son poco afectivos, prestan escasa atención a las necesidades y a las conductas del hijo, y tienen dificultades para relacionarse con ellos. El estilo negligente puede desembocar en abandono físico o en maltrato por negligencia cuando las necesidades básicas (alimento, vestido, higiene, protección…) del hijo son desatendidas.

Los hijos de padres negligentes suelen tener problemas de auto-control, pobre funcionamiento académico y problemas de conducta, tanto en la escuela como en la sociedad en general. Los padres ofrecen al niño un mensaje difuso de irritación o descontento con él, lo que puede fomentar en éste un sentimiento de no ser amado.

PERMISIVO: La actitud principal es la de evitar la confrontación. Los padres permisivos son sumamente receptivos pero no demandantes, son indulgentes y permiten un montón de comportamientos que otros padres no permitirían. Ceden la mayoría del control a los hijos, fijando muy pocas reglas, si es que fijan algunas, y las que sí fijan generalmente no se hacen cumplir de manera uniforme.

No quieren estar atados a una rutina, no establecen límites ni tienen expectativas claras de comportamiento para sus hijos, y tienden a aceptarlos de manera cálida y cariñosa, no importa la conducta de los niños. Los padres permisivos dan a los niños todas las opciones posibles, aún cuando el niño no sea capaz de tomar una buena decisión; actúan con sus hijos como si fuesen personas maduras y capaces de autorregularse, llegando incluso a consultar con ellos decisiones importantes del hogar.

Los hijos de padres permisivos tienden a ser impulsivos, rebeldes, sin rumbo, dominantes, agresivos, con baja autoestima, auto-control y con pocas motivaciones para realizarse con éxito.

AUTORITATIVO O DEMOCRÁTICO: La actitud principal es el diálogo. Los padres democráticos ayudan a los niños a aprender a valerse por sí mismos y a pensar en las consecuencias de su comportamiento. Dan a sus hijos expectativas claras y razonables y le explican por qué esperan que se porten de cierta manera. Hacen seguimiento del comportamiento de los niños para asegurarse de que cumplan las reglas y expectativas, haciéndolo de una manera cálida y cariñosa. Estos padres ofrecen opciones de elección según las habilidades del niño. Suelen ser buenos comunicadores, muestran a los hijos su agrado cuando se comportan adecuadamente, les transmiten el sentimiento de que son aceptados y respetados, y fomentan el diálogo y la negociación para obtener acuerdos con los hijos.

Los hijos de padres democráticos tienden a ser amistosos, enérgicos, autónomos, curiosos, controlados, cooperativos y más aptos para realizarse con éxito.

¿Reconoces tu estilo de crianza dominante? ¿Recuerdas cuál emplearon tus padres contigo? ¿Te das cuenta si lo has reproducido? ¿Quizás te fuiste al polo opuesto al que te enseñaron?

¿Cuál crees que es el más efectivo?

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